martes, 7 de enero de 2020

Castillo de Vélez Blanco: a caballo entre estilos y funciones.



Ya dijimos que, respecto a todas las construcciones del Marqués, se puede hablar del castillo de Vélez Blanco casi como su magnum opus, la niñita de sus ojos; desde el mismo momento en que empieza a hacerlo es el proyecto que ocupa casi todo su tiempo y financiación. Pero lo que hay que tener en cuenta es que no nos referimos simplemente a un castillo como una mera plaza fuerte fortificada, porque en este caso, es tanto un castillo como una estructura palaciega.


Este castillo-palacio no surgió ex novo, sino que se construyo sobre los restos de la antigua alcazaba musulmana que estaba allí presente, y de la que solo se conservaron algunos restos de muros y el aljibe, reutilizados en la obra. De hecho, la obra entera se justificó como una reforma de esta fortaleza nazarí en ruinas, puesto que los Reyes Católicos habían impuesto una prohibición a que los nobles pudiesen erigir fortificaciones como la que estaba haciendo ahora mismo para que no pudiesen acumular más poder frente a la monarquía; y es que no hay que olvidar tampoco que don Pedro no era aún Marqués de los Vélez en el momento que se empezó a construir el castillo en 1506.

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Sobrino Torrens, R. Fachada del castillo de Vélez Blanco. Recuperado de https://www.castillosnet.org/espana/album.php?ref=AL-CAS-082&fot=1033.

La fortaleza comenzó a construirse siguiendo un modelo gótico, aunque muy tardío, pero tardó muy poco en cambiar a un estilo renacentista, lo cual nos revela quizás las preocupaciones humanistas del Marqués, el cual ya dijimos que había sido durante toda su juventud un consumado humanista. En su temprana adopción de un estilo renacentista se asemeja a otra fortaleza de la moderna Andalucía, el castillo de la Calahorra, en Granada, de donde es muy probable que tomase ideas el Marqués para el célebre Patio de Honor de su propia construcción. Sin embargo, es curioso que el castillo, con una planta en forma de hexágono irregular, y con muros de mampostería adaptados al terreno, sigan un esquema más propio de una fortificación musulmana, lo que da muestras de que el sustrato granadino aún tenía cierta fuerza en el momento de la construcción del castillo.

Pero hablemos ahora un poco de lo que hace de este castillo algo más: el Patio de Honor. En esta estructura central es donde radica el Renacentismo presente en el castillo. Hecho en mármol blanco de Macael, está profusamente decorado siguiendo los esquemas del Quattrocento italiano. Cuando nos referimos a estos elementos renacentistas del patio nos referimos a una rica decoración escultórica, con grutescos y otras esculturas decorando enjutas e intradios de los arcos, cornisas,  y pilastras de las balaustradas, así como una serie de capiteles como los que se estilaban en el norte de Italia, decorados de la misma forma. Todo forma una ecléctica mezcla decorativa, síntoma de una asunción de este nuevo estilo como algo italiano en general, sin atender a las características e indiosincrasias regionales de este, por lo que, como se puede ver, hay una mezcla de elementos desde la Lombardía hasta Bolonia.

Patio de Honor del castillo de Vélez Blanco, tal y como está expuesto en el MET. Recuperado de https://www.metmuseum.org/es/art/collection/search/199003

Sin embargo, la cuestión de su autoría no está clara. Entre otros, se baraja la opción de que se trate de Francisco Florentino (Francesco Lazzaro Torni), el cual, curiosamente, también intervino posiblemente en la Puerta de las Cadenas de la Catedral de Murcia, así como en la torre de esta (más curiosamente aún, su hermano, Jacopo Lazzaro Torni, que fue quien termino el primer cuerpo de la torre, fue otro de los grandes introductores del Renacimiento en España); o de Lorenzo Vázquez, maestro de obras en el castillo de Calahorra, de donde es posible que el Marqués se inspirase para dotar a su propio inmueble de elementos renacentistas; o del autor del Codex Escurialensis, Diego Mendoza, de cuyo libro bebieron todos estos primeros renacentistas españoles; o incluso que estemos ante una obra del propio don Pedro Fajardo y Chacón, a cuyos intereses humanistas ya nos hemos referido en varias ocasiones.

No obstante, el Renacimiento no se manifestó solo de esta manera en el castillo. En unas estancias contiguas al patio, los Salones del Triunfo y de la Mitología, existían una serie frisos con bajorrelieves en madera que representaban el desfile triunfal de César y los trabajos de Hércules. Actualmente, estos no se encuentran en España, sino en Francia, donde se encuentran actualmente expuestos en el Museo de las Artes Decorativas en París.


 
Vídeo en que se muestran los frisos del Triunfo de César y los trabajos de Hércules.


Lamentablemente, conforme fue pasando el tiempo, el propio linaje de los Vélez fue perdiendo el interés en este castillo, quedando en un estado poco cuidado ya en el siglo XVII, y desde ese momento habitado muy irregularmente. Desde entonces, su condición solo fue empeorando conforme pasaron los años, tanto por las vicisitudes del clima como a elementos humanos como lo fue la invasión francesa. De hecho, ya en 1805, según un informe de un tal Ignacio de Ordeson, se reconocía la deplorable condición del inmueble.

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