TIC, tac, TIC, tac: ya va siendo hora de aplicar las TIC en los museos.

El modelo tradicional de museo con cartelas por todos lados es insostenible hoy en día. Todo buen museo que se precie debe haber incorporado, de una forma u otra, las TIC en su discurso museístico; y ni aún así está garantizado el éxito, pues no todas las aplicaciones de las nuevas tecnologías en ese ámbito pueden funcionar por igual.

Afortunadamente, el caso que nos ocupa, el del Museo Arqueológico de Murcia (MAM), es un ejemplo de cómo se pueden vincular las TIC a un museo de forma eficaz, un logro que es aún más destacable si se tiene en cuenta la escasa fianciación que recibe, lo cual o les ha impedido una integración de las TIC en su musealización como pocas veces se ha visto hasta ahora.

Para empezar, hay que decir que su uso actual de las TIC está vinculado a lo que fue en su origen una tecnología diseñada para asistir a aquellos con discapacidad visual, un sistema conocido como NaviLens, propósito que aún hoy en día continúa desempeñando, por cierto; por lo que ya desde un comienzo podemos ver como una de las posibles ventajas que pueden traer -y traen- las TIC es facilitar la visita a gente con algún tipo de discapacidad. Sin embargo, como ya hemos dicho, no solo está pensada para ellos; y es que, ante la oportunidad de poder suprimir las sempiternas cartelas sin tener que reducir la información ofrecida, ¿quién podría resistirse?

Explicación sobre el comienzo del uso de esta tecnología por el MAM. [Fotografía de Juan Francisco Jiménez Abad] (Murcia, 2019).

Precisamente así es como son usadas las TIC en el MAM en su mayoría, mediante el uso del susodicho sistema NaviLens, en el que unos marcadores cuadrados de tamaños variantes según contengan información sobre salas, conjuntos de piezas o piezas individuales pueden escanearse con una aplicación móvil, NaviLens GO. Gracias a esta, el visitante puede acceder no ya solo a información extra vía texto, sino que también pueden ponerse imágenes y vídeos a su disposición, así como la ficha de las piezas que figuran expuestas, en el caso de que escanee una de estas.

Escaneando las etiquetas de las piezas con NaviLens GO. [Fotografía de Juan Francisco Jiménez Abad] (Murcia, 2019).
Además, como ya hemos mencionado, este sistema está también diseñado para proporcionar asistencia a las personas con problemas de visión, y es capaz de funcionar de audioguía tanto en el sentido tradicional, proprocionando información al visitanto mediante una grabación -que, además, vienen presentadas en una gran multitud de idiomas-, como en el sentido más literal, guiando al usuario por el museo como si de un lazarillo se tratase. Otro recurso que pone a la disposición de los que lo requieran es que, presionando un botón en la aplicación, sus colores cambian a otros, un recurso útil para casos en los que los usuarios tengan problemas a la hora de distinguir el texto del fondo, lo cual es otra muestra más de lo beneficiosas que pueden ser las TIC si se aplican correctamente.

Viendo el funcionamiento de la función de guiado de la aplicación NaviLens. [Fotografía de Juan Francisco Jiménez Abad] (Murcia, 2019).

El único problema que este sistema plantea, y la única falta que se le puede achacar al museo en este aspecto, es uno sobre el cual poco puede hacer, y es que aún está incompleto. Lamentablemente, el presupuesto que llega es el que es, por lo que es un progreso lento -pero constante- cuyo fin aún está lejos. También puede achacarse otro problema a este sistema, y es que no todos los visitantes vean de antemano lo necesario que es el uso de esta tecnología. Si bien es cierto que ya en la entrada del museo se informa al visitante de la necesidad de descargar esta app, su ubicación no es lo suficientemente obvia, por lo que es posible que pasen de largo fácilmente y nunca lleguen a saber para qué servían esos cuadrados de colores. Esto último tiene al menos fácil solución: quizás si se informase ya antes de entrar de la necesidad de disponer de esta app, así como antes de empezar el recorrido, es posible que se pudiese, como mínimo, paliar este contratiempo.

Con respecto a la aplicación de las TIC en un hipotético museo sobre el Marqués de los Vélez, aparte del usado por el MAM, un ejemplo que podría usarse sería la presentación de una reconstrucción virtual del castillo de Vélez Blanco, en el hipotético caso de que no se ubicase allí este museo. De esta forma, no solo se podría mostrar el castillo para gente que nunca haya estado allí previamente sin necesidad de ir hasta allí, sino que además permitiría una visión restaurada de este edificio, tal y como debió de ser en el momento de su contrucción, sin los expolios a los que fue sujeto -y, más importantemente, permitiría la reincorporación del patio del castillo a su contexto original, pues el patio original se encuentra expuesto en el MOMA actualmente-.

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